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jueves, 20 de junio de 2013

La otra orilla



La otra orilla
Autora: Maria Carrasco
Editorial: Ekare

“La Otra Orilla,” escrito e ilustrado por Marta Carrasco, fue publicado por Ediciones Ekaré. Este cuento trata sobre las diferencias. Graciela, es una niña que crece con su familia en su poblado al lado de un río al cual ella y su familia le llaman “nuestra orilla”. En la otra orilla del río, hay otro poblado. A Graciela, le dicen que esa gente que vive allá es distinta, que comen comidas raras, que no se peinan, que son vagos y bochincheros. Sus padres, le prohíben cruzar el río y que no mire a esa gente porque son distintos. La curiosidad de Graciela crece y se preguntaba ¿qué pensarán y dirán ellos de nosotros?
Un día, desde la otra orilla, un niño llamado Nicolás, le hizo señas a Graciela, pero ella le viró la cara. El niño siguió allí hasta que finalmente Graciela levantó sus brazos para saludarlo. El niño se sonrió con ella y ella le devolvió la sonrisa. Al día siguiente, Graciela se encontró con una sorpresa. En la otra orilla, divisó a Nicolás que tenía una larga cuerda con un bote que atrechaba el río. Graciela se montó en el bote. Mientras más se acercaba a la otra orilla, el corazón de Graciela le latía más y más fuerte. De pronto comenzó a tronar, a llover, y Graciela sintió miedo. Cuando llegó a la otra orilla, Nicolás le ayudó a bajar. Sus manos estaban muy tibias. Luego, se guarecieron bajo el pañuelo de Nicolás y corrieron bajo la lluvia.
La familia de Nicolás los estaba esperando. Graciela notó que eran muy raros: rubios y despeinados, vestidos de muchos colores. Hablaban gritando y todos al mismo tiempo. Graciela quería regresar. Pero sintió un olor delicioso, un olor a pan recién horneado, era el mismo olor del pan de su casa. La mamá de Nicolás, le sirvió leche caliente y se le pasó el frío que traía de afuera. El papá de Nicolás, era pescador como el papá de Graciela. La abuela de Nicolás tejía como la abuela de Graciela. Los niños jugaban con las piedras del río como Graciela y su hermano.
Graciela y Nicolás se hicieron amigos. Graciela se dio cuenta que eran distintos, pero también muy parecidos. Su amistad era secreta. Ambos tenían un sueño: cuando ellos crecieran que se construyera un puente sobre el río. De esta manera, los habitantes de las dos orillas se visitarían millones de veces y sobre el rumor del río se escucharían los saludos y las risas.
Este cuento es una buena herramienta para ayudar a los niños y niñas a discutir la discriminación, el racismo y otros tipos de prejuicios. Al leer este cuento los niños y niñas podrían entender que no somos ni tan iguales, ni tan diferentes, sino que depende de nuestra cultura familiar, nuestras costumbres y tradiciones.

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