Los romances, una de las formas más hermosas de la poesía tradicional castellana,
pasaron de generación en generación durante muchos siglos a través de la memoria
de las personas que los recitaban y cantaban. Para entender lo que hay detrás de una
herencia como esta, lean lo siguiente:
Sobre el origen de alguna de estas canciones: el Romancero y la infancia
De sobra es sabido que algunos géneros literarios de transmisión oral murieron
una vez finalizadas las circunstancias históricas que habían provocado su aparición:
un buen ejemplo son los cantares de gesta que dejaron de componerse y de
demandarse conforme fue finalizada la Reconquista, su principal argumento.
Sin embargo, todavía hoy, en muchos lugares de la geografía española,
se siguen interpretando romances en ocasiones particulares como la vendimia,
la siega, la recogida de la aceituna o la llegada del mes de mayo.
Los niños no quedan al margen de esas actuaciones.
Ya Menéndez Pidal se refiere a antiguos romances que siguieron vivos en juegos
escenificados: "Donde ya todo el romancero está olvidado, quedan aún los niños
cantando su pequeño repertorio. La última transformación de un romance
y su último éxito es llegar a convertirse en un juego de niños".
El conde Olinos, La doncella guerrera,Mambrú y Don gato, serían algunos casos.
Oralidad y escritura. Hacia un nuevo aprendizaje de la canción escenificada
Por una parte, la oralidad propicia la aparición de nuevas versiones del texto
que terminan por renovar constantemente lo contado. Por otra,
poner por escrito una anécdota que antes era oral, tiene sus beneficios:
se desentraña la historia para hacerla comprensible al lector.
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Deleites Literarios
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